Pablo Beccerra (Córdoba, 1988). Pintor, músico, xilógrafo, literato… en una palabra, artista.
Las artes plásticas llamaron su atención desde la infancia, pero comenzó a pintar en el año 2011 mientras cursaba sus estudios universitarios. Ya desde sus primeras obras se revela un profundo interés por la teoría del color y la práctica de su aplicación con espátula y pincel. Este interés lo llevó a muchas lecturas sobre la composición, el dibujo, y las técnicas de acabado y conservación de la obra.
Aunque su formación es esencialmente autodidacta, en 2012 comenzó a estudiar bajo la tutela del maestro cordobés Ariel Martínez Archina y también realizó cursos de la especialidad, como Dibujo Experimental en la Escuela Superior de Bellas Artes José Figueroa Alcorta.
Admirador de los grandes maestros, como Velázquez, Rembrandt, Dalí y Lucian Freud, ha analizado con detenimiento sus técnicas y procura emularlas en sus obras. Ha recorrido museos y galerías en América y Europa observando y estudiando de primera mano los testimonios de sus predecesores.
La búsqueda de un estilo que lo defina, que se aprecia desde sus más tempranas obras, parece ser, en sí misma, su estilo. Es por eso que vemos a lo largo de su obra una notable variedad de técnicas y, fiel a su propia concepción del arte, de mucha experimentación.
Ha reflexionado mucho sobre el concepto del arte y, consecuentemente, sobre la esencia del artista. Sin embargo, no participa de la discusión académica, sino que vuelca el resultado de sus reflexiones –como no podía ser de otra manera– en sus obras. Estas adquieren así diferentes capas que trascienden el impacto estético o la evocación de un sentimiento que el autor entiende debe ser su finalidad, pero que solo se van revelando a medida que el espectador/intérprete pueda ver más allá de la propia obra. Es por eso que, con acierto, las obras de Beccerra han sido caracterizadas como multiestromáticas (del griego στρῶμα, “capa”), siendo este quizás el rasgo más distintivo de su producción.
Férreo defensor del arte figurativo, Beccerra ha hallado en el retrato su vocación, siendo capaz de plasmar en el lienzo no solo la imagen, sino también aspectos de la personalidad del sujeto retratado.
Sus obras han participado de exposiciones colectivas y de salones y concursos en diferentes lugares del país.
Consecuente con la visión holística del arte que sostiene, la música no le es ajena y su visión se ha plasmado en el disco Lu, de su banda Cosmopolitan Sundae; y su amor por las letras lo ha llevado a explorar el mundo del microrrelato, con una compilación como proyecto editorial en ciernes. Beccerra es también un aficionado a la comedia, a la que insiste en calificar como el octavo arte y en la que halla inspiración para sus obras.
Sabiendo disfrutar tanto de un buen café como de la búsqueda de una etimología, Borges –quien es una de sus máximas influencias artísticas– no vacilaría en calificarlo como un justo. Para quienes lo conocen y saben que ha hecho de la amistad un culto, es, sin duda, un artista inevitable.
Dr. Luciano Pezzano